Primero lamentos, esos que duelen. Luego reproches (no hacia mi) lloros, llantos, tristezas y "películas".
Después comienza lo de siempre...
La paz termina en cuanto el corazón deja de actuar y son los propios sentimientos de rabia los que actúan por tí.
Otra vez, me encierro en la habitación, con la puerta lo más cerrada posible y con la música a todo volumen solo para no escuchar tus répiclas, tus llantos y tus ruidosos gritos y una vez más comienza a palpitarme el corazón, lo más rápido posible y sin consuelo. Déjadlo ya, esto no tiene sentido...
Menos mal que hoy hablé contigo, fueron los momentos más felices de esta mañana. Siento que hayas tenido que escuchar de fondo una mínima demostración del caos contínuo.
No se hasta que punto esto va a influir en mi pero, intentaré disimular el dolor, me asusta el saber que cada vez me da más igual las cosas, que ya no lloro... que me quedo fría y pensativa y una vez más pongo la música a todo volumen, me encierro en la habitación, cierro los ojos y no escucho nada.
Es una pena que aunque no escuche nada, eso está sucediendo.
Espero algún día dejar la puerta abierta, ya que en "el salón" reinará la paz, seremos felices.
y...sí, la verdad duele... siempre dolio.

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